El viñedo de la Ribera corre el peligro de detener su actual desarrollo si continúa sin llover

Los viticultores de la Ribera del Duero reparten su preocupación a causa de las temperaturas extremas en dos direcciones opuestas. Por un lado, el calor está acelerando la brotación de las plantas, estimándose desde el servicio técnico del Consejo Regulador de la Denominación de Origen ribereña que se ha adelantado una semana con respecto a las fechas habituales para esta zona. Por el otro, el temor a una helada tardía puede quemar esos brotes tiernos y dar al traste con la futura cosecha. «Si brota pronto, te estás exponiendo más días a las heladas, porque aquí todos sabemos que hasta San Isidro puede helar, incluso más tarde, como sucedió en 2013, que heló el 29 y 30 de mayo», recuerda Alberto Tobes, responsable técnico del CRDO Ribera del Duero.

Si se salvan esas fechas sin que se produzca ese descenso brusco de temperaturas, el siguiente problema sería la falta de lluvia que, de continuar con esta tónica de sequía, frenaría el normal desarrollo de las plantas y, por lo tanto, de los futuros racimos. «¿Tenemos plazo? Sí. ¿Necesitamos agua? Sí, por supuesto. ¿Si no llueve se va a disminuir la cosecha? Si, como sucedió el año pasado, incluso más», explica Tobes, que fija en mediados de mayo el momento en el que las plantas precisarían más la lluvia para afrontar el desarrollo vegetativo de sus hojas y sus flores.

Lejos de la problemática de los cultivos de secano como el cereal, el viñedo soporta mucho mejor las campañas secas. «Ahora estamos ya necesitando agua, aunque cayeron buenas precipitaciones a finales de 2022 y eso lo aprovecha el viñedo por sus raíces profundas, pero si no llueve el problema es generalizado», reconoce este responsable técnico del CRDO, apostillando que la amplia variedad de parcelas, entre las 60.000 aproximadamente censadas en Ribera del Duero, hace difícil estimar cuándo se entraría en riesgo para la futura cosecha si no se registran precipitaciones.

Esta variedad influye mucho en la forma de desarrollarse cada una de las parcelas, aunque en las de más reciente plantación el problema de la falta de agua se agrava más. «Las plantas viejas suelen tener más tranquilidad, sin embargo, las jóvenes, las de menos de diez años, tienen el sistema de raíces menos desarrollado, no están tan acostumbradas, tienen más vigor, brotan antes y, por lo tanto, crecen antes», hace la comparación Alberto Tobes entre tipos de plantas según su edad. 

De aquí a octubre todo puede pasar, pero cuanto menor sea el índice de precipitación, más reducida será la cosecha en cuanto al número de kilos que se vayan a recoger porque, sin agua, las futuras uvas no podrán engordar.



Fuente original: www.diariodeburgos.es