En Monasterio de la Sierra sí hay relevo en el bar

Del bar de sus padres Natalia recuerda lo difícil que era conciliar el sueño algunos días en una habitación justo encima de donde el gentío disfrutaba de unas copas y de la camaradería que sea crea en una cantina de pueblo. Se ha criado tras la barra de un negocio que atendía Puri Portugal, su madre, desde 1988, cuando junto con su marido decidieron abrir las puertas dado la falta de un servicio continuo de este tipo en el pueblo. «Los niños ya iban al colegio, teníamos un local libre en la planta baja de nuestra vivienda y nos lanzamos», comenta la mujer, recién jubilada a los 67 años después de haber dedicado 35 a servir en su bar de Monasterio de la Sierra mientras su marido se dedicaba a la ganadería. 

Pero si hace un tiempo le hubiéramos preguntado a Natalia la posibilidad de continuar con el negocio familiar hubiera dicho que no, «no me lo planteaba», reconoce la mujer de 39 años. Pero ahora las circunstancias son distintas, valora más una vida tranquila y estable y subsistir de su propio negocio. Por eso, tras haber trabajado en hostelería, supermercados, peluquerías y 12 años en asistencia técnica en la construcción de la presa de Castrovido, ha decidido «dejar de dar tumbos» y continuar con el bar del pueblo, eso sí, en un nuevo emplazamiento, debajo de su propia casa.

Allí abrió El Soto Cantina en Semana Santa, apenas unos días después de que su madre cerrara el Bar Puri. «La gente está contenta y agradecida de que siga habiendo bar en el pueblo y está respondiendo», comenta la mujer, que destaca la labor social de este tipo de establecimientos en el medio rural, para los que reivindica algún tipo de medida de protección o de ayuda. «Más que un negocio es un lugar donde juntarse y socializar. Si un pueblo se queda sin bar se muere, por eso decidí continuar con él aunque lleve una vida más humilde», reconoce Natalia, a lo que su madre añade, «y por eso yo aguanté dos años más, hasta los 67». Quedarse en el paro, la jubilación de Puri y la necesidad de una estabilidad hicieron el resto para tomar la decisión que ha hecho feliz a toda la familia. 

A Natalia no le es ajeno el oficio, ni tampoco su local, que ha reformado con mimo. «Hemos puesto mucha ilusión en este proyecto. Está todo hecho con cariño y amor para que la gente se encuentre a gusto». Y es que este nuevo emplazamiento ya era conocida como la casa del soto por la familia, y en su bajo Puri y su marido ya habían creado un bar más simple para poder dar servicio al pueblo en días de mucha afluencia de clientes, en verano y fiestas. «Mis hermanos y yo atendíamos este bar», reconoce Natalia, que ha reformado recientemente el local con ayuda de su pareja y su padre y donde más adelante tiene previsto construir una cocina «para dar almuerzo y comidas por encargo». 

Durante esta época abre el bar de jueves a domingo y más adelante, cuando haya más habitantes en este pueblo en el que habitualmente residen una veintena de personas, lo hará durante toda la semana. «Los sábados y los domingos siempre viene gente, y también a la casa rural. Igualmente se ha notado un incremento en el número de turistas que vienen a hacer senderismo, tanto a visitar El Castillejo como a hacer rutas que aparecen en Wikiloc o en el blog Las rutas de Julio (ventederuta.com)», comenta la emprendedora, que recuerda que la caza también acerca a visitantes a la localidad. 

«Nuestro sitio». No solo Natalia ha seguido de alguna forma con el negocio de su madre, su hermano Mario, el pequeño de los tres, también ha continuado con la ganadería de vacuno de su padre. «Tuvo diferentes trabajos, pero le gustaba el pueblo y vivir en él, así que cuando se jubiló mi marido hizo una nueva incorporación y siguió con ello», comenta Puri, feliz de tener a sus tres hijos residiendo en el pueblo. «Mucha gente me dice que es raro. Me preguntan qué es lo que les he hecho, pero ha sido decisión de ellos, nosotros no hemos influido», comenta la mujer, a lo que su hija añade: «calidad de vida, ese es el motivo, y que aunque hayamos salido fuera a estudiar, Monasterio es nuestro sitio». Y es que Abel, el mayor de los García Portugal, también reside en Monasterio. Es apicultor y el alcalde de la localidad. 



Fuente original: www.diariodeburgos.es