Feliz como un niño entre sus vacas en Campolara (Burgos)

No lo duda. Dice que es de las mejores decisiones que ha tomado en su vida, y eso que sólo ha pasado algo más de un año desde que se hartó de los trabajos y contratos convencionales (que cuesta renovar o convertir en indefinidos) y apostó por crear su propia ganadería de vacuno en Tierra de Lara, comarca de donde son originarios sus cuatro abuelos y padres. Allí Martín Cerezo Heras, entre sus 50 vacas, se siente feliz, aunque reconoce la dureza del trabajo diario en el campo y también la dificultad que supone el desembolso inicial de capital para adquirir el rebaño. 
Mientras vigila al ganado que pasta en la zona del molino de Mambrillas de Lara, confiesa que nunca se imaginó que a sus 26 años iba a estar viviendo en el pueblo convertido en ganadero. En él, en Campolara, residió hasta los 3, y después su familia se trasladó a la capital. «Aunque todos los fines de semana y vacaciones veníamos», cuenta el joven, que ha estudiado un grado medio y otro superior de Administración y Finanzas. «La verdad es que los animales siempre me han gustado. Mis abuelos se han dedicado al manejo de vacas y ovejas y mi tío también tenía vacas en Quintanilla Cabrera, así que desde pequeño he vivido este mundo», relata Martín, que siente que hoy en día no se valora ni entiende este trabajo. «La sensación es que se quieren cargar el mundo rural».

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Fuente original: www.diariodeburgos.es