Los 1.458 metros de altitud desde los que el alto del Soncarazo, que es junto al San Carlos la mitad de la emblemática Peña Carazo, se enseñorean sobre un rincón de la provincia de Burgos plagado de historia y de historias, de un enorme valor geológico y natural que acredita su condición de nucleo principal del parque natural de los Sabinares de Arlanza y de la zona de especial protección para las aves que lleva el mismo nombre.
Desde las alturas de su gigantesco muro de piedra, de perfil inconfundible y verdadero pórtico de entrada a la comarca serrana, la peña va conteplado el paso del tiempo desde los tiempos remotos en los que los dinosaurios dejaron jus huellas en La Pedraja de Mabrillas de Lara, los restos de industria lítica achelense en La Reivilleja de Valparaíso de Hortiguela a los orígenes de Castilla en San Pedro de Arlanza, por no seguir llevando de tachuelas históricas la línea del tiempo que ha dejado inumerables marcas en este ricon de Burgos.
A los pies de la peña, pueblos como Ahedo, Contreras o Carazo, del que toma su nombre y del que hablaremos en estas líneas. Hoy un pueble0cito tranquilo de 40 vecinos, pero con tanta importancia que dos expertos escribieron un libro de 400 páginas sobre su rico pasado arquitectónico del que desgraciadamente quedan hoy apenas varias muestras en pie.
Con todo, Carazo sigue siendo referente para los excursionistas y montañeros a los que la atracción por la gran peña lleva hasta el pueblo donde el monumento más relevante es la iglesia de Santa Eugenia y su retablo policromado del siglo XVI.
En la Edad Media era una de las pocas villas que no dependía de Salas de los Infantes y hay referencias históricas de Carazo aparece en el poema de Fernán González en el siglo XIII, pero su pasado se remonta mucho más atrás ya que se conocen vestigios de ocupación en época romana al hallarse en medio de una vía que unía Clunia con Tritium Magallum.
En Carazo nace el río Mataviejas, que los antiguos llamaban con el vocablo vasco Ura , que significa agua, y que es el responsable de horadar la roca hasta formar el desfiladero de La Yecla kilómetros cauce abajo. La popularidad le llegó en el siglo XX gracias al cine. En 1963 se rodó la película de El valle de las espadas, de Javier Seto, con Espartaco Santoni y César Romero. En 1966 también fue parte del escenario donde se rodó El bueno, el feo y el malo de Sergio Leone. Allí siguen los restos del campamento de Betterville.
En las fiestas patronales, en agosto, se realiza la procesión de su Virgen del Sol a su ermita situada en la falda del Soncarazo y donde se baila (espaldas al camino) por parte de la juventud al son de dulzaineros y tamboriles del folklore popular.
Fuente original: www.elcorreodeburgos.com