El lunes 13 de mayo, dos días antes de afrontar una nueva gesta deportiva con fines solidarios, Santos Llamosas salió a entrenar por la tarde. Se avecinaba tormenta y aguantó estoicamente el chaparrón. Al mal tiempo, buena cara. Llegó a casa completamente empapado, aunque no le dio la menor importancia. Lo único que le preocupaba era completar los 250 kilómetros que se había fijado como objetivo, a pie en cinco días, de ruta por Las Merindades y con destino final en Burgos, para visibilizar una vez más la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Al día siguiente, unos inesperados síntomas catarrales y las previsiones meteorológicas, que daban lluvia durante toda la semana, le obligaron a posponer su reto.
La salud es lo primero. Muy a su pesar, Santos decidió esperar. Y ahora, por fin, emprende el mismo recorrido con la ilusión intacta. Este lunes cruzará la línea de salida desde Quincoces de Yuso. Fiel a su estilo, busca batir su propia marca y con creces. El año pasado, por estas fechas, se marcó un trayecto de 80 kilómetros desde el norte hasta la capital.
Cualquier causa justa le mueve a actuar. Desde siempre. Sin embargo, ayudar a los enfermos de ELA en la medida de sus posibilidades conlleva un plus de motivación. «Es una enfermedad terrible que conduce a la muerte y la hago mía», dice Santos, empático de la cabeza a los pies aunque jamás presumirá de ello, sin perder de vista su objetivo: recaudar la máxima cantidad de fondos a favor de la Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica de Castilla y León (ELACyL).
Esa es su meta, metafórica y literalmente. La aventura de Santos arrancará a primerísima hora de la mañana. El viernes, seguramente «por la tarde», le estarán esperando con los brazos abiertos en la sede de ELACyL, en la calle de Las Claustrillas. Una veintena de localidades le verán pasar, y detenerse para concienciar a los vecinos, a lo largo de la semana. Villasana de Mena, Espinosa de los Monteros, Manzanedo, Villarcayo, Trespaderne, Frías… Las Merindades de arriba a abajo y algo de La Bureba a partir de la cuarta etapa. En Poza de la Sal, tierra de Félix Rodríguez de la Fuente, también dejará su impronta.
No está solo el bueno de Santos en esta travesía de unos 50 kilómetros diarios. Le acompañan dos grandes amigos, Manuel Pérez Palacios y José Manuel Menacho. Sus «dos fieles escuderos», así les define con todo el cariño y admiración del mundo, pueden dar buena cuenta de la resiliencia de este súper deportista. Ambos le han visto en acción y saben cómo se las gasta, ya sea en marcha por los enfermos de ELA o en pleno Camino de Santiago haciendo lo propio por quienes padecen fibromialgia.
Aparte de ofrecerle apoyo anímico en todo momento, Menacho y Pérez Palacios se encargarán de la parte logística. En cada parada, instalarán un puesto informativo donde venderán merchandising. Asimismo, pondrán huchas a disposición del público. Cada euro depositado en su interior, qué duda cabe, es un importante granito de arena para la causa.
«No es una carrera de Fórmula 1. No se trata de llegar sino de visibilizar»
Santos calcula que caminará 10 horas al día a una media de cinco kilómetros por hora. «No es una carrera de Fórmula 1», ironiza antes de matizar que «no se trata de llegar sino de visibilizar». Lo mismo da que suba o baje el pistón durante sus largas marchas. Su principal pretensión es que la gente sepa por qué lo hace. Y aunque la meteorología no acompañe -todo apunta a que hará calor y no caerá ni gota, pero en Burgos nunca se sabe-, tiene «autoestima y motivación para superar cualquier dificultad».
Con ese «doble gen de solidaridad y reivindicación» que le impulsa a batir nuevos récords, Santos siempre se guarda un as en la manga para «seguir entrenando e ilusionándome». «El día a día no es un camino fácil», bien lo sabe. Con una discapacidad del 58%, mantiene un espectacular nivel físico que nunca deja de sorprender. Lo de Santos, se mire por donde se mire, es mens sana in corpore sano en el más amplio sentido de la expresión.
Fuente original: www.elcorreodeburgos.com