El servicio de alquiler de bicicletas ‘Aranbici’, que en el año 2011 puso en marcha el PSOE con fondos de la Junta de Castilla y León, fue un proyecto ambicioso en Aranda de Duero. Sin embargo, no funcionó. En apenas un año, los préstamos bajaron de 1.100 bicicletas a solo 49, y el gobierno del Partido Popular lo cerró en octubre de 2012. Desde entonces, 100 bicicletas acumulan polvo en un almacén municipal cuya localización se desconoce por razones de seguridad. “Están envejecidas, pero la mayoría se podrían reutilizar”, asegura el actual concejal de Medio Ambiente, Carlos Medina.
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La pregunta es: ¿qué se va a hacer con ellas? Algunas se repararon hace unos años con un taller. También ha habido intentos de venta, como las negociaciones que se abrieron con el Ayuntamiento de Elche, pero nunca se ha llegado a cerrar la compra. “Llevamos tiempo pensando qué hacer con ellas. En mi opinión, es absurdo tener unas bicicletas paradas ocupando espacio”, afirma el edil, convencido de que lo mejor es organizar un nuevo taller de reparación y cederlas para que los ciudadanos las puedan disfrutar. “Estamos viendo si se podría hacer por sorteo para regalarlas”.
Él lo tiene claro: el servicio de préstamo de bicicletas fracasó porque no había infraestructuras ciclistas y había una cierta sensación de inseguridad. “Fue una buena idea, pero no se acompañó de un buen diseño de carriles bici”, afirma.
En este sentido, asegura que mejorar este tipo de infraestructuras es una de las prioridades del equipo de gobierno que forma Sentir Aranda, con Podemos-Izquierda Unida y Ciudadanos, “como se puede ver en los Jardines de Don Diego”. “Queremos ir aplicando el Plan de movilidad en cada obra”.
El concejal no descarta reactivar en un futuro el servicio. “Me parece un proyecto muy interesante, pero primero tenemos que desarrollar las infraestructuras ciclistas”, insiste, convencido de que, si algún día se retoma, se comprarán bicicletas nuevas. “No tendría sentido mezclar las viejas con las nuevas”.
‘Aranbici’ fue un proyecto impulsado por la Junta de Castilla y León, con el fin de fomentar la movilidad sostenible, el ahorro energético y propiciar una menor utilización de los vehículos.
El sistema era sencillo: bastaba con sacarse la tarjeta en la Oficina de Turismo o en la Concejalía de Medio Ambiente, presentar la documentación, abonar los 50 céntimos que costaba al principio al mes, porque luego subió a 2 euros, y tener como mínimo 14 años de edad.
A la hora de activar la bicicleta, se podía hacer por tarjeta o por SMS, y luego había seis puntos con once enganches distribuidos por la plaza Albufera, las piscinas cubiertas, la plaza Mayor, el barrio de Santa Catalina, entre el Cuartel de la Guardia Civil y el Juzgado, la plaza Doctor Costales, y entre el recinto ferial y el parque de bomberos. Pero la realidad se impuso. Aunque la medida llegó con la instalación de 5,2 km de carriles bici, que se financiaron con el famoso Plan E, la falta de seguridad hizo mella en muchos usuarios. Los actos vandálicos hicieron el resto.
Centro de Arte Joven
Su preocupación se extiende al Centro de Arte Joven, un edificio con mucha historia que durante años fue remodelado para convertirse en un espacio juvenil. Sin embargo, la alegría duró poco. Un año después de inaugurar el nuevo espacio, una grieta obligaba al cierre por un serio problema de carcoma en el tejado. “Los técnicos ya evaluaron las necesidades e hicieron un estudio sobre el terreno y estamos a la espera de que la empresa adjudicada presente el proyecto a finales de diciembre. Entonces veremos lo que costará la obra”, explica.
El proyecto, además de resolver el problema estructural, deberá dar solución a carencias como sonorización, iluminación y accesibilidad con la instalación de un ascensor.
Por el momento, el programa juvenil seguirá funcionando en el edificio de Las Francesas. “El Centro de Arte Joven es una absoluta prioridad. La gente joven tiene que tener un espacio fijo”, garantiza el concejal.
Fuente original: www.elcorreodeburgos.com