Antonio Adelino es el presidente de la Asociación de Vecinos de Santa Catalina, el barrio más populoso de Aranda de Duero, con 7.000 personas. “Aunque lo veamos un poco deteriorado, porque es viejo, el barrio ha cambiado mucho”, asegura con el recuerdo de un barrio que en sus inicios era eminentemente rural, con huertas, granjas de cerdos y rebaños de ovejas. “Muchas calles no estaban asfaltadas y había problemas de alumbrado y de presión de agua”, señala a sabiendas de que el desarrollo tampoco fue ordenado, “con aceras muy estrechas, sin una plaza y con muchos problemas para aparcar el coche”.
Santa Catalina fue el primer barrio de la ciudad que, con el desarrollo industrial, construyó hace 80 años los primeros bloques de viviendas en lo que hoy se conoce como la barriada de bloques. “Si echamos la vista atrás ha cambiado mucho, pero la verdadera revolución llegará con el ARU”, asegura Adelino con cierta preocupación ante los escasos avances de un proyecto “que ya tenía que estar en marcha”.
El Área de Regeneración Urbana (ARU), ahora llamado ‘Entorno Residencial de Rehabilitación Programada’ afectará a calles, plazas, jardines y a un total de 1.076 viviendas, que verán mejoradas la accesibilidad y la eficiencia energética. Con 23 millones de euros de ayudas y la necesaria implicación de los vecinos, el barrio vivirá un auténtico resurgir. El problema es que no termina de arrancar. “La Junta de Castilla y León ya liberó el dinero para que se empiece a hacer, pero ahora falta el proyecto que lo tiene que desarrollar el Ayuntamiento y vamos con mucho retraso”, apremia convencido de que aunque el gobierno haya cambiado de color político, “los técnicos son los mismos”.
Sobre el papel, la primera fase incluye la rehabilitación de seis de los 8 bloques que forman la mencionada barriada. Los dos que quedan se harán, según el plan, con la segunda fase. “Hace mucha falta”, apremia el presidente de la asociación vecinal.
Tensiones por la sede
Su relación con el nuevo gobierno de Sentir Aranda no ha empezado con buen pie. El anuncio que hizo el alcalde, Antonio Linaje, de llevar la ludoteca del centro cívico, mientras duren las obras, a la sede de la Asociación de Vecinos del barrio de Santa Catalina no ha sentado nada bien. “No saben el trastorno que supone mover todo esto, llevamos aquí 32 años y está todo encajado y ordenado. Ellos pueden pensar que lo utilizamos poco, porque desde que nos prohibieron acoger las clases de gimnasia el programa se ha reducido, pero es un espacio que sí utilizamos y que desde luego tiene todo el sentido”, rechaza con serias dudas de que el centro reúna las condiciones de seguridad que necesitan los pequeños. “El PSOE presentó en el Pleno una moción para que no nos quitasen la sede, y salió a favor con los votos del PP y la abstención de Vox, pero el alcalde sigue empeñado”, lamenta.
No es su único frente abierto con el equipo de gobierno. Como el resto de asociaciones de vecinos, este año tienen un problema extra para cuadrar las cuentas ya que en 2023 no recibieron a final de año la ayuda que siempre les da el Ayuntamiento, porque no sacó la convocatoria. “Según nos han dicho van a arreglarlo y este año nos pagarán lo de este y lo del anterior, pero yo veo muy difícil que Intervención acepte en 2024 facturas que fueron pagadas en 2023”, señala consciente de que tampoco se pueden gastar este el doble de dinero “porque no lo tenemos”.
En su caso, este año pueden tirar de ahorros pero “hay otras asociaciones de vecinos que están teniendo serios problemas”. “Alguna ha cortado incluso el teléfono porque no hay dinero”.
Las cuentas son claras. Con 520 socios y una cuota anual de 5 euros la Asociación de Vecinos de Santa Catalina obtiene 2.600 euros, que en teoría completa con los 3.600 euros aproximados que el Ayuntamiento suele repartir a las 8 asociaciones vecinales. “En total solemos contar con unos 6.000 euros, pero este año nos vemos obligados a gastar los ahorros que hemos ido reservando con los años, porque si no, no podremos organizar la semana cultural”.
Más allá de las actividades, la asociación de vecinos vela por el estado del barrio. “Mandamos 60 escritos al año al Ayuntamiento con las diferentes necesidades: desde baldosas rotas o sueltas, alcantarillas, atascos, mobiliario roto o problemas de suciedad, a las grandes infraestructuras pendientes, como la plaza, la senda peatonal a la carretera de Peñaranda, que llevamos 11 años esperando y que ya estaba para adjudicar la obra, y por supuesto la Ronda Interna (para conectar el barrio de Santa Catalina con el barrio de La Estación) que después de 30 años, el Ayuntamiento reservó 200.000 euros para la redacción del proyecto, pero ahora no sabemos en qué punto está”, apremia con la mirada puesta también en el último tramo de San Abad, donde se encuentra la famosa parcela de Proincove, una ocupación irregular ejecutada en el pasado por el Ayuntamiento y que ha costado a los arandinos una sentencia judicial valorada en 8 millones de euros. “El Ayuntamiento se comprometió a desaguar la balsa de agua, pero aquí seguimos como con la escombrera”, señala.
Aunque en la sede llevan 35 años, la asociación cumple este año 50 años de historia. Para celebrarlo ha publicado una revista conmemorativa que ya está repartiendo entre sus socios. “Queremos festejar este año el largo camino recorrido desde el año 1974 cuando se constituía una agrupación vecinal en la parroquia de Santa Catalina con el nombre de ‘Asociación de Padres de Familia y Vecinos de Santa Catalina’”, afirma a sabiendas de que uno de los primeros objetivos fue reivindicar la construcción de un segundo colegio.
Entre sus logros destaca también la inauguración del parque infantil, conocido antiguamente por parque de las Ruedas, hoy parque Príncipe de Asturias. “Estamos hoy aquí gracias al empuje de muchas personas que como Felipe Ontoso Molero, Francisco Benito Benito, o más recientemente, Feliciano de Domingo Carazo, han dedicado su tiempo a mejorar la calidad de vida de los vecinos”, destaca.
Fuente original: www.elcorreodeburgos.com