El Centro Ocupacional de Briviesca desarrolla un nuevo programa educativo para preparar a los 16 usuarios a enfrentarse a uno de los retos más importantes para las personas con discapacidad intelectual: la independencia. Todos ellos, sin excepción, reciben formación para garantizar su propia autonomía y que en un futuro tengan la capacidad de disfrutar de una «vida autosuficiente o, al menos, necesitar los mínimos apoyos en una vivienda supervisada de su ciudad», expone la directora, Maite Canal.
El Ayuntamiento ha cedido a la Asociación local Aspamibur el antiguo piso de titularidad municipal ubicado en la calle El Ferial -que ha funcionado como albergue de peregrinos hasta hace unos meses- para que, de manera gradual, alguno de los alumnos pruebe, al menos, la «experiencia de vivirlo solo. Resulta esencial capacitarles para que puedan llevar una vida autónoma, y en ello trabajamos ahora», añade.
El proyecto de vida independiente ha dado los primeros pasos con la limpieza y equipación total del inmueble, y desde hace unas semanas la práctica bajo los conceptos adquiridos ha ganado protagonismo. Además de realizar tareas básicas como leer una receta y redactar la lista de la compra antes de ir al supermercado, también llevan a cabo «muy poco a poco» las labores cotidianas del hogar: poner una lavadora, un microondas, planchar, tender la ropa, hacer las camas, barrer y fregar los suelos o desinfectar el baño.
Se trata de un programa novedoso en el servicio briviescano que nunca antes se había planteado. Las primeras pautas de habilidades diarias y saludables las conocieron en el Centro, pero la puesta en marcha de la teoría aprendida ya la llevaban a cabo en el escenario en el que quizás, en un futuro, habiten de manera totalmente independiente. «El paso grande lo darán en el momento en el que se trasladen allí de continuo, aunque para eso todavía falta mucho», comentan Maite y Raquel, una de las educadoras. A falta de «muchísimo» trabajo previo, actualmente se centran en el desarrollo de un proyecto con «garantías para que goce de éxito. Hay que tener en cuenta de que estas personas deberán alcanzar una autonomía plena con el objetivo de que la supervisión sea mínima, por lo que no tenemos prisa», añaden.
Lo trascendental del proyecto -que trascenderá a Briviesca y a toda la comarca- para las trabajadoras radica en favorecer la convivencia en pisos de personas del medio rural con discapacidad intelectual o enfermedad mental que necesitan «apoyos ligeros», y hacerlo en plena comunidad, «no apartarlas ni aislarlas, lo que implica la interacción de los usuarios con el resto de vecinos», añaden.
Además del apoyo municipal, Adeco Bureba y CaixaBank han dotado con fondos a Aspamibur para que la equipación del domicilio con muebles, menaje y electrodomésticos sea ya una realidad. En un principio, desde el Centro pretenden (aunque todavía no hay nada afianzado) que, a partir del momento en el que algún usuario se instale en el piso, durante algunas horas día «estén bajo la tutela de un profesional que por la noche regresará a su casa».
Encargos. Con la época de la celebración de las comuniones a la vuelta de la esquina, los usuarios agilizan sus labores para llegar a tiempo con las entregas de los pedidos que han realizado algunos vecinos. Invitaciones, marcos de fotos, libros de firmas y demás detalles pasan primero por las manos de los artesanos, que los diseñan y elaboran con materiales reciclados. Paralelamente, estos participan en otros programas formativos impartidos por las educadoras para mejorar, entre otras, las habilidades comunicativas, artísticas o dentro del sector de la informática.
Fuente original: www.diariodeburgos.es