«El humus de lombriz es el mejor aliado para recuperar un suelo»

Nazaret Aparicio y Samuel Sanz son unos de los pocos productores de humus en Burgos. Todo comenzó con un manual de lombricompostaje que Nazaret encontró en la biblioteca de Aranda. Ella había estudiado Biología, pero por cosas de la vida estaba trabajando como camarera. «Decidí probar en casa y compré 50 lombrices que luego puse en el patio, en cajas de fruta», recuerda.

Y así, lo que empezó casi por casualidad se ha convertido en Vermiduero, el modo de vida de ella y de Samuel, que es geógrafo. «Al principio estuvimos investigando para ver si se podía a hacer a otra escala. Hicimos además un estudio de mercado y confirmamos que Ribera es una zona muy interesante, primero porque hay mucha agricultura y viñedo, pero también porque apenas hay competencia en venta de este tipo de producto natural, sin toxicidades ni efectos negativos».

En la primera etapa se instalaron en un terreno que les dejó un amigo en Roa. «Al principio invertimos 400 euros que nos sirvieron para trabajar con 5.000 lombrices. Queríamos dar ese primer salto porque el manejo se complica y además necesitábamos ver cómo encajaban en la zona».

Para asesorarse confiaron en una empresa de Asturias, pero teniendo en cuenta las particularidades del clima ribereño. Y es que, en este trabajo, la humedad y la temperatura son básicas para tener éxito. «Optamos por la lombriz californiana porque es la más voraz, come mucho, se reproduce muy bien y son muy resistentes a las bajas y altas temperaturas», argumenta.

Hace 7 años dieron ya el salto definitivo a la profesionalización con la compra de una pequeña finca que tiene además una nave de almacenaje, «que es necesaria». «A día de hoy tenemos 850 lechos que se expanden por 1.600 metros cuadrados», detalla al recordar que cada lecho tiene unas 50.000 lombrices. Si hacemos la multiplicación superan los 42 millones de lombrices.

El mecanismo es sencillo: mezclar la materia orgánica (estiércol de caballos, ovejas y restos vegetales) y tras un primer procesamiento de compostaje se pone en contacto con las lombrices durante 8 o 10 meses, en función del clima. «El aspecto del producto final no tiene nada que ver. El humus no huele, es como un puñado de tierra», explica.

El proceso es 100% sostenible. «Hacemos lo que hace la naturaleza cuando se cae una hoja o se muere un animal, pero de una manera controlada y más rápida».

Crianza

La crianza es además cómoda y casi no hay riesgos más allá de la amenaza de depredadores como ratones, sapos o pájaros. «Lo ideal sería tapar los lechos un poco en invierno y en verano, si hay mucho sol, pero aquí en estos volúmenes es impensable».

A sabiendas de que la temperatura que exige este tipo de lombriz, entre 15 y 25 grados, no se da en Roa en la mayoría de meses, Samuel y Nazaret tiran de trucos caseros. «En verano lo principal es que haya humedad y para eso tenemos riego, y luego para paliar el frío de invierno lo que hacemos son montones más grandes para que las lombrices se vayan al centro donde se amortigua el frío».

Vermiduero vende a agricultores y clientes particulares tanto en su tienda online como en los puntos de venta con los que trabaja en diferentes puntos de España. «La principal ventaja del humus es que mejora la estructura del suelo al aportar microorganismos que a lo mejor se han perdido con el tiempo tras años de utilizar fertilizantes o plaguicidas. El humus funciona fenomenal porque tiene mucha carga microbiana», afirma la bióloga sin olvidar el humus líquido, un producto derivado del humus de lombriz que concentra la carga microbiana y tiene las ventajas añadidas de ser más versátil, obtener resultados más inmediatos y ser más económico.

A la hora de cultivar humus, el suelo no afecta porque las lombrices están en cúmulos de materia orgánica. «No hay que estar todo el día vigilándolas, pero aquí siempre hay tarea y la jornada dura las 8 horas porque si no hay que sacar humus, hay que hacer el cribado y sobre todo el envasado, que es lo que más tiempo nos lleva».

Rentabilidad

Valoremos la rentabilidad. «Es un negocio difícil porque en los primeros años no es rentable. Hay que meter inversión en la instalación, la maquinaria… pero el humus no empieza a salir hasta los 12 meses y luego los primeros años producen poco, pero ahora ya sí. Lo único que hay que ser conscientes es que requiere mucha dedicación. Nosotros ahora somos tres personas y nuestra idea es crecer y contratar a más trabajadores».

Ayudas hay muy pocas. «Tuvimos una de la asociación ADRI Ribera pero poco más, como es un cultivo raro nos tiraban de todos los sitios». Vermiduero se encuentra ubicado en Roa, en la carretera de la Estación.

Fuente original: www.elcorreodeburgos.com