La ciudad representa a la provincia de Burgos en el libro Nueve Pueblos Singulares, de la colección Nueve Rutas Literarias de Castilla y León • El autor es Gonzalo Santonja
La Fundación Villalar acaba de publicar el libro Nueve Pueblos Singulares, dentro de una colección de rutas literarias, escogiendo una pequeña localidad de cada una de las 9 provincias de Castilla y León. En el caso de Burgos, la elegida es Frías. El autor de la obra es Gonzalo Santonja, director general del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Al hablar de Frías señala que «si no nos constara que esta población tiene una historia real y documentada (…) podríamos pensar que ha sido preparada y pensada hasta el último detalle para dejarnos con la boca abierta».
En párrafos posteriores, localiza la ciudad indicando que «está ubicada en un valle escondido, aprisionada entre la sierra de Oña y los montes Obarenes, por el sur, y el río Ebro por el norte» y añade que «nos deja mudos en cuanto aparece en nuestro campo de visión» y que «poco importa el camino que hayamos elegido para llegar hasta ella». A continuación, el autor esboza los orígenes de Frías como población. «La elección de este preciso lugar para levantar un núcleo urbano responde a la decisión de un rey, Alfonso VIII, quien en los primeros años del siglo XIII vio en esta muela de toba, rodeada de montes y protegida por desfiladeros, un punto apropiado para asentar una posición defensiva desde la que poder controlar las conflictivas fronteras con el reino de Navarra», explica.
Antes de callejear, el autor se sumerge en tres de los hitos más representativos de la localidad: el puente romano, el castillo y la iglesia de San Vicente. De esta última, cuenta que los restos de su portada románica, afectada por un desplome acaecido en 1906 (annus horribilis de la parroquia) se hallan actualmente en el Museo de los Claustros de Nueva York. Hasta allí llega el nombre de Frías.
Del castillo, Santonja destaca «la torre, que tan prodigioso efecto causa, con medio cuerpo sobre el abismo» y del puente romano dice que debió ser muy transitado durante la Edad Media por comerciantes y ganaderos. El libro avanza para recrearse en las calles y adivinar «un pasado de producción artesana y mercadería». También alude a la existencia de la comunidad judía que «engrosaba los gremios de artesanos, ejercía profesiones como las de boticario o cirujano, se dedicaba al cobro de tributos o actuaba de prestamista». En esta cuestión, recuerda que los fredenses siguen llamando ‘judería’ al sector que se encuentra entre las calles del Convenio y La Candonga.
El capítulo dedicado a Frías se completa con una ruta por el barrio de Tobera y su «bellísimo paraje del río Molinar» y haciendo unos 30 kilómetros, se desplaza hasta la cercana localidad de Oña de la que destaca su monasterio «una joya arquitectónica considerado también como un tratado de piedra de la historia de Castilla».
fuente : DB