RUTH DE LA FUENTE HERRERO / BURGOS 11 DE JULIO DE 2021, 5:30
Este pueblo del sureste burgalés sorprende por su vasto patrimonio histórico y su magnífica riqueza natural
Situado en las inmediaciones de la Sierra de la Demanda y a 74 kilómetros de Burgos, Palacios de la Sierra puede presumir con sus 700 moradores, de ser uno de los pueblos más habitados de la zona.
Atravesada por los ríos Arlanza, Abejón y Bañuelos, esta villa da muestras de su importante pasado a través de las distintas necrópolis que se han descubierto en el área: Prado Bañuelos, Pajares, Prao-Nava, y El Castillo, considerada la mayor de España, con 566 enterramientos. Este último conjunto arqueológico está compuesto igualmente por los restos de una fortificación y una ermita. También se han encontrado 112 estelas funerarias. Así, no es de sorprender que esta localidad cuente desde el año 2011 con un centro de interpretación de necrópolis.
A menos de un kilómetro de la necrópolis de «El Castillo», junto al puente romano de Riquejos y sobre el río Abejón, se encuentran las ruinas romanas de «Los Paredones». Se cree que estas podrían pertenecer a una mansión romana o tardorromana (siglo IV). Así parecen confirmarlo los restos descubiertos de lo que sería tégula o teja plana, un material muy típico de las construcciones romanas.
Hallazgos como estos dan muestra de la rica historia de este pueblo que, habitado desde la prehistoria y dedicado desde hace siglos a la explotación forestal, contó por ello con numerosos privilegios por parte de los gobernantes. Las casas de nobles y los palacios abundan en esta villa, que les debe su nombre. El municipio llegó incluso a contar con un castillo.
El llamado Puente de la Dehesilla, de cuatro ojos y construido en piedra arenisca, fue rehabilitado por el ayuntamiento en el año 2002. Aunque siempre ha sido considerado un puente renacentista (s.XVI), en él se aprecian diferentes momentos constructivos. Posiblemente podría tratarse de una construcción románica (s.XIII y XIV), lo que la relacionaría con la necrópolis de El Castillo.
Destaca la Iglesia Parroquial de Santa Eulalia, de finales del s. XVI y estilo gótico-renacentista. En el interior del templo se conservan estelas medievales de la necrópolis de «El Castillo», y una pila bautismal románica del siglo XII, decorada con motivos vegetales.
La Ermita de Nuestra Señora del Arroyal es otro de los edificios religiosos más importantes de la villa, y es que en esta zona siempre ha existido una enorme devoción por esta virgen. La ermita data del siglo XVII y presenta una planta rectangular compuesta por una sola nave. Junto a esta y protegiéndola, se halla la vivienda sencilla del ermitaño.
Por otra parte, es imposible hablar de Palacios de la Sierra sin hacer referencia a su maravilloso entorno natural. A tan solo 3 kilómetros al sur del pueblo y siguiendo la carreterra que conduce a Leonardo de Yagüe, uno puede encontrarse con el magnífico espectáculo que es el llamado «Robledal de la Dehesa». Este espacio repleto de robles (Quercus Petraea) consigue hipnotizar al visitante con ejemplares de hasta 500 años. Uno de ellos posee un perímetro cercano a los seis metros y una altura que sobrepasa los 20 metros.
Dice la tradición que, puesto que parte de los robles más antiguos crecen en hilera, podrían haber sido plantados hace siglos, al parecer, por monjes. Se cree que esta dehesa pertenecía a los monjes de Santo Domingo de Silos, que debieron edificar su monasterio en el emplazamiento de la desaparecida ermita de San Miguel. Las ruinas aún pueden verse a la entrada de la misma.
El paraje conocido como «Calderas de Palacios» es otro enclave natural de lo más llamativo que puede disfrutarse en esta zona. Se trata de un desfiladero de rocas para recorrer como parte de una pequeña aventura. El agua de las calderas es cristalina pero muy fría, por lo que no resulta un lugar muy apetecible para bañarse, aunque sí para disfrutar en calma del contacto directo con la naturaleza.
Las fiestas son, sin lugar a dudas, uno de los momentos más especiales del año para este pueblo serrano. Celebradas del 24 al 27 de julio en honor a Santa Ana, Santiago y la Virgen del Arroyal, se encuentran plagadas de eventos y tradiciones que llenan de orgullo a sus habitantes.
El 26 de julio tiene lugar la procesión de la Santa, en la que solo los mozos del pueblo bailan «la jota serrana». Al día siguiente, se celebra la misa mayor en la ermita del Arroyal y la degustación de la popular caldereta en la Dehesa. Esta no es ni más ni menos que un guiso de carne de ternera y patatas que se prepara en una veintena de calderas desde bien temprano al calor del fuego de la leña y con la que todos los palancianos se chupan los dedos.
Fuente: El Correo de Burgos (EL MUNDO)