Situada a 89 kilómetros de la capital burgalesa y a 35 de Aranda de Duero, en la falda del Alto que lleva su apellido, Peñalba de Castro, desafía al tiempo. 66 son sus vecinos censados, marcan su día a día entre sus labores. Son la puerta de entrada a Clunia Sulpicia.
Pero antes de subir la cuesta que nos lleva dar el salto en el tiempo y viajar hasta Roma, nos detenemos en Peñalba. Su vida siempre ha estado ligada al cerro. En el año 712 las tropas de Tarik arrasan esta ciudad romana. Un ataque que puso el fin al asentamiento de Clunia y queda como fortín de guerra en la reconquista. Un asentamiento en un alto que sirve de atalaya estratégica para ver llegar al enemigo.
No es hasta el año 912 cuando se centra la repoblación en la línea del Duero cuando el asentamiento vuelve a la zona. Pero no se escoge exactamente Peñalba como el punto para formar una nueva fortaleza. Se busca el sur de la ciudad primitiva, el actual emplazamiento de Coruña del Conde. La razón del traslado fue tener un mejor control de la calzada que subía desde el Duero hacia el norte y de los dos puentes que cruzan el río Arandilla. Pasa Peñalba entonces a ser dependiente Coruña del Conde con una población de pastores y servidores.
No es hasta el siglo XVII cuando la aldea de Peñalba de Castro, en cuya jurisdicción se encuentran las ruinas de la antigua ciudad de Clunia, alcanza el rango de Villa por privilegio de Mariana de Austria, madre y tutora de Carlos II. Entonces Peñalba se constituye como una población libre e independiente, con identidad propia.
Cerca de 100 años más tarde, el catastro del Marqués de la Ensenada indica que la Villa de Peñalba de Castro se compone de treinta y seis vecinos. Vive de los cultivos, cáñamo de regadío, tierras de secano, cebada, centeno y avena.
Marcada por la cercanía de Clunia, sus casas guardan sillares de la antigua ciudad. Su ermita Virgen de Castro, se alza junto al Foro Romano. La festividad se celebra el 8 de septiembre, aunque desde hace unos años se trasladó al último fin de semana de agosto para que todos los hijos del pueblo honren a su patrona en una romería popular que asciende el cerro.
Dicen que fueron los arévacos los primeros en ver el potencial del lugar, pero realmente la vida llegó con Roma. Primero buscaron agua. La riqueza del subterráneo del cerro, que aún hoy es un lugar arqueológico excepcional y único, les convenció de que esta atalaya natural sobre el valle de la Ribera, era el lugar adecuado para asentarse.
Trazaron el Cardo y el Decumano, las dos líneas que en su entronque marcan el inicio de toda ciudad romana. Y en ese momento comienza su historia.
Colonia Clunia Sulpicia, 130 hectáreas que dieron vida a una de las ciudades más importantes del norte de Hispania. Capital del convento jurídico de la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, el denominado Conventus Cluniensis. Centro neurálgico de las vías de comunicación con Tarraco, Tarragona, Asturica Augusta, Astorga, pasando por Caesaraugusta ,Zaragoza.
En Clunia, el político y militar romano Quinto Sertorio resistió durante 20 años a Pompeyo, quien destruyó el asentamiento en el año 72 antes de Cristo. La ciudad fue fundada de nuevo por el emperador Tiberio. En ella, Servio Sulpicio Galba reclutó la legión VII Gemina y cedió parte de su nombre a la ciudad cuando la convirtió en cuartel general durante su rebelión contra Nerón en el año 68 después de Cristo. Un alzamiento que le llevó ser nombrado emperador de todo el Imperio Romano, por lo que durante un pequeño tiempo, Clunia fue la capital del Imperio.
Es un enclave arqueológico excepcional. Su teatro es uno de los más grandes de España. La voladura de sus gradas en el siglo XVIII para aprovechamiento como cantera de las piedras, destruyó la belleza del lugar.
Su historia cae en el olvido hasta 1931. Gracias al arqueólogo Blas Taracena, las restauraciones han hecho de su teatro un centro cultural de primer orden.
En lo alto del páramo esperan las termas, las villas, el foro, los templos, las casas de vecinos con alturas de hasta cinco pisos.
Calles, recintos, tabernas. La vida que fue de una ciudad romana que aguarda bajo la tierra. Esperando.
Fuente original: www.elcorreodeburgos.com