El segundo asalto a una caja de Vilviestre extiende el miedo entre vecinos y empresarios
La semana pasada entraron en dos talleres y un bar de Palacios de la Sierra, en el estanco de Duruelo (Soria) y en una fábrica de maderas de Canicosa, donde apalearon a un trabajador P.C.P.
El joven pasó por la oficina, que está a solo 200 metros de la fábrica, y observó una luz extraña. Al detectar a dos individuos «morenos y delgados» dentro, «les fue a cerrar la puerta pero se dieron cuenta y se tiraron contra él. Le pegaron con un palo y con lo que pillaron en el pie y en la cabeza, menos mal que no tenían un cuchillo u otra arma…», especula un responsable de la empresa afectada.
Del Este procedía también supuestamente el grupo organizado que robó en junio la sucursal de Cajacírculo enVilviestre del Pinar y días después lo intentó en Poza de la Sal. Uno de los sospechosos fue interceptado después de una accidentada persecución hasta la capital. En la plaza España, una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía detuvo a S.T.C., de 26 años. En la mochilla llevaba tres móviles, unas antenas desplegables y un inhibidor de frecuencia.
Su banda fue bautizada como la del soplete. La pasada noche se empleó esa herramienta para hacer un agujero en la caja fuerte de la misma oficina de Vilviestre, después de tirar un tabique. Los delincuentes accedieron al interior por la ventana trasera del edificio, cuya entrada principal da a la plaza Mayor, y destrozaron la alarma.
De nuevo, nadie parece haber oído nada. «Si suena yo me había enterado», afirma la vecina de un edificio contiguo, que dio aviso del robo a Cajacírculo. «Me asomé a las 8.30 horas a la ventana y vi la alarma tirada, como si fuera un faro, junto a la escalera», que en realidad eran dos de madera unidas con una rudimentaria cuerda. Al lado, habían tirado los barrotes que protegían el cristal trasero.
Al parecer, trataron de llevarse el Land Rover de otro vecino, Evaristo. «Tenía una ventana abierta de la nave y por ahí han entrado para abrir el portón y robar el coche, pero no han podido arrancarlo », explicaban algunos habitantes de Vilviestre.
De un taller de Palacios sí se llevaron un vehículo. En él cargaron una buena cantidad de motosierras y espadines. «También nos llevaron los sopletes», recuerda el dueño de Talleres Jaime Marcos al tiempo que exhibe el bombín reventado. «Y contento porque apareció el coche del cliente, sucio pero en buen estado», comenta.
En el bar de la plaza sonó la alarma. Optaron por arrastrar la tragaperras hasta un sitio oscuro donde poder culminar su faena. Allí apareció la máquina y los cajones de la registradora vacíos.
Noticia extraída del Diario de Burgos 27/09/06