Aunque ha llovido mucho en los últimos días y el suelo parece una esponja que rezuma agua donde pisas, ha amanecido un día esplendido.La ruta como tal es bastante corta, ocho kilómetros ida y vuelta, y discurre por un camino en perfecto estado que nos deja a los pies de la ermita.
Lugar de belleza natural difícil de igualar y a la vez sitio de culto, oración y retiro desde tiempos pretéritos.
Esta es la primera imagen que el visitante observa al llegar a Valpeñoso.
La primera noticia que hay sobre el lugar nos cuenta que en el año 1556 un ermitaño llamado Fr. Pedro Crespo subió al monte Valpeñoso, fundó una ermita y la dedicó a la Madre de Dios. En ella moró cuarenta y un años y medio, de ellos treinta y cuatro fueron en un pequeño oratorio en el cual puso la imagen de Nuestra Señora. Con el paso del tiempo y la ayuda de los vecinos de los pueblos cercanos, Jaramillo Quemado y Villaespasa, y las limosnas de gentes devotas construyó una ermita un poco mayor para decir misas.
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