A menos de 20 kilómetros de Burgos se encuentra uno de los reclamos turísticos más apreciados por burgaleses y foráneos. Con 15.000 visitantes al año, Paleolítico Vivo se ha convertido en uno de los destinos preferidos de las familias, tanto en verano como en invierno, los jeeps, a cargo de sus guías, recorren el entorno ubicado en Salgüero de Juarros (Burgos) donde desde hace casi una década conviven diferentes especies de animales que cohabitaron tierras europeas durante el Pleistoceno.
Bisontes, vacas de las Highlands, uros, caballos tarpán, de Przewalski y desde hace unos meses también caballos losinos recorren el parque natural de Paleolítico Vivo que aúna arqueología y naturaleza. Estas especies encandilan con su simpatía a las decenas de visitantes que se acercan a estas tierras para conocer de cerca este safari prehistórico que busca conservar a las especies amenazadas y ofrecer una inmersión total en la Prehistoria de la mano de sus paisajes y su fauna más característica.
La idea de Paleolítico Vivo nació en 2012, pero no fue hasta 2015 cuando se llevó a cabo el primer viaje con público, y casi diez años después esta iniciativa no ha dejado de crecer y de ganar adeptos. Una iniciativa privada, tal y como recuerda su director Eduardo Cerdá, que siguió adelante por la “determinación de un grupo de personas que creían en ello” y que además recibió y continúa recibiendo un gran “respaldo social”.
“Esto ya está aquí para quedarse desde hace tiempo. No le tenemos miedo a nada, ahora ya solo es crecer hacia delante y buscar quien quiera participar en el proyecto como inversor, tanto dentro como fuera de España”, indica Cerdá.
Sin embargo, pese a los buenos datos que refleja año tras año, su director lamenta no haber contado con un “apoyo serio desde el principio”, que hubiese permitido tener hoy el doble de visitas. Pese a ello, su valoración de esta primera década es “muy positiva”. Asimismo señala que todo lo recaudado con los miles de visitantes que registran cada año, se reinvierte en el mantenimiento y cuidado del parque y de su fauna, y añade que si este 2024 sacan algo a mayores, se destinará a la compra de un nuevo vagón y un nuevo coche, que permitiría aumentar las visitas en un 33 por ciento.
Safari en el entorno de Atapuerca
El recorrido comienza en el pueblo de Salgüero de Juarros, donde se sitúa la recepción de Paleolítico Vivo. Allí se da la bienvenida a los visitantes y se les explican las normas de seguridad y en qué consistirá la visita. Se inicia entonces el recorrido, y los pasajeros acceden a las llamadas carriolas, un vagón que va tirado por un coche y que tiene una capacidad para unas veinte personas. Durante el recorrido entre el pueblo y el parque, que suele tener una duración de unos 15 minutos, los visitantes escuchan unos audios del equipo científico de Atapuerca donde les dan diferentes explicaciones sobre el contexto histórico y la fauna y flora que habitaba la zona.
A lo largo de su recorrido, la visita llega al poblado, donde se pone en contexto sobre cómo vivía el ser humano y su convivencia con los antepasados de las especies que allí se encuentran. Allí descubren cómo cazaban y se alimentaban e incluso aprenden a hacer fuego. Sin embargo, el momento favorito de los visitantes llega cuando pueden ver de cerca a los animales. Los bisontes, el mamífero de mayor tamaño de Europa, es de los mayores atractivos de Paleolítico Vivo, dado que es una especie bastante amenazada, por lo que proyectos como este ayudan a su conservación.
Paleolítico Vivo cuenta hoy con varios ejemplares de bisonte, entre ellos un macho que responde al nombre de ‘Mocho’ y una cría ‘Niebla’. Se distingue rápido a Mocho por su enorme tamaño y los cuernos que posee. Hembras como África o Mizar son también muy curiosas y sociables, y en cuanto ven aparecer los coches se acercan a ellos para saludar a los visitantes.
Junto a los bisontes se puede apreciar también a algunos de los ejemplares de caballos que conserva Paleolítico Vivo. Son tres las razas de equinos que conviven en este entorno natural: caballo de Przewalski, tarpán y losino. Este último es la más reciente incorporación, una especie que llevaban años intentado traer a Paleolítico Vivo y que finalmente aterrizaron en estos campos el pasado mes de junio. “Ahora mismo se considera la especie más amenazada que tenemos en Paleolítico Vivo”, señala Cerdá que explica que esta especie está incluso más amenazada que los bisontes o los Prsewalski, y actualmente habrá aproximadamente un millar de ellos.
Nueve ejemplares, entre ellos tres crías, de puro color negro están empezando a aclimatarse a este nuevo entorno. Llegados desde Quincoces de Yuso (Burgos) sus responsables aseguran que aún no se han habituado a comer pienso y prefieren alimentarse de los pastos aunque no le hacen ascos a la sal.
Por otro lado están los caballos Przewalski y los tarpán, mucho más habituados a las visitas, y que tampoco pierden la oportunidad de acercarse a los coches que aparecen en el recinto, esperando conseguir comida. Esto permite a los visitantes ver muy de cerca a los animales, que permanecen bastante tranquilos, aunque los propios guías advierten que nunca hay que confiarse y es mejor ser precavidos. Las dinámicas entre manadas también son importantes, y este recorrido por sus territorios te permite ver cómo interactúan entre ellos y la jerarquía de mando que existe a veces entre los animales.
El término ‘burrito blanco’ define perfectamente a Rómulo, un pequeño burro de color blanco que recorre Paleolítico Vivo a sus anchas y que incluso ha dejado preñada a una yegua de tarpán. Esto dio como resultado a un híbrido entre ambas especies, un ejemplar con características de sus dos progenitores que llama la atención de todos aquellos que visitan Paleolítico Vivo. Sus cuidadores aseguran que Rómulo es además “burrito blanco” para todo, porque se desplaza sin problema entre las diferentes manadas.
De cara a próximos proyectos, Cerdá señala que están colocando el nuevo vallado, y su objetivo es traer ciervos, gamos y muflones, así como otro tipo de especies que puedan convivir y seguir completando la colección prehistórica de Paleolítico Vivo. Sin embargo, para ello es necesario contar con un buen vallado, que calculan que no estará hasta el mes de noviembre.
Fuente original: www.elcorreodeburgos.com