La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León ha iniciado el procedimiento para declarar como bien de interés cultural de carácter inmaterial ‘La Suerte de Pinos’ de Burgos y Soria. Desde la Dirección General se ha estimado que esta costumbre encaja en la definición de Patrimonio Cultural Inmaterial adoptada en 2003 en la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
El grupo de acción local de Pinares, Asopiva, «solicitó el 6 de agosto de 2021 a la Junta de Castilla y León el inicio del expediente», ha recordado el gerente del grupo, José Luis Alonso. A partir de ese momento se inició el camino que va a desembocar en unos meses en convertirse en el primer BIC inmaterial de la provincia.
Para ello «se elaboró un amplio dossier» que realizó el abogado José Miguel García Asensio en el que se da cuenta del sistema jurídico que visibiliza a través de las su regulación y que es «fruto de una evolución histórica propia, y que, además de mantenerse en el ámbito de la costumbre» que se han convertido en normas a través de estatutos y de ordenanzas locales. Se trata de una figura sin equivalente en toda España, lo que le dota de un carácter único.
Esta calificación abarca «los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes– que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural».
De generación en generación
En la comarca de Pinares se ha transmitido de generación en generación y se ha infundido «un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana». La población ha sido depositaria y custodia de un sistema de «gestión forestal tradicional que ha permitido la conservación y transmisión» de este hecho cultural, económico y ecológico.
Para Alonso este reconocimiento es una forma de reconocer «toda esa tradición» y dar carta de naturaleza a una forma de «gestionar el monte y la suerte» de una manera «ejemplar» a lo largo de la historia. El gerente sostiene queda plasmado así «ese orgullo de la gente de esta tierra» que sabe gestionar los «recursos» no sólo desde el punto de vista económico, «sino como bien cultural».
Noticias relacionadas
‘La Suerte de Pinos’, se explica en la orden de la Consejería «es una tradición que se desarrolla en el norte de las provincias de Soria y Burgos». Es un sistema tradicional de explotación vecinal «de los aprovechamientos forestales comunales de maderas, mediante lotes o suertes, cuyos beneficiarios han de cumplir con ciertos requisitos de vinculación y arraigo o de permanencia» en la zona.
La zona de Pinares cubre una extensión de 100.000 hectáreas de masas forestales autóctonas, de pino silvestre o albar y pino negral o resinero; y también de hayas, de pino laric, roble rebollo enebro, sabina albar y quejigo.
Los pueblos de Burgos que estarían incluidos en la denominación son Canicosa de la Sierra, Hontoria del Pinar, Neila, Palacios de la Sierra, Pinilla de los Barruecos, Quintanar de la Sierra, Rabanera del Pinar, Regumiel de la Sierra y Vilviestre del Pinar. Además, en Soria abarcaría otros 27 municipios, la mayor parte de ellos colindantes con la provincia de Burgos.
BICs en Burgos
Los municipios y sus juntas administrativas, en el caso de ser pedanías, fiscalizan y elaboran anualmente un padrón de beneficiarios, según la tradición. La base de la costumbre de La Suerte de Pinos está totalmente asumida por la comunidad como una práctica social y jurídica única, que se ha mantenido durante siglos de forma ininterrumpida. En ello se basa la argumentación de la Junta para su declaración.
La Suerte de Pinos es una «tradición jurídica y social desde al menos el siglo XVI». En ese momento de la Historia «aparecen las primeras referencias documentales», y es una tradición ininterrumpida desde entonces y que alcanzó su máxima expansión geográfica en la segunda mitad del siglo XX.
En nuestros días, debido a la caída del precio de la madera, su extensión territorial se ha contraído levemente, pues localidades como las burgalesas Araúzo de Miel, Huerta de Rey, La Gallega y Mamolar, así como la soriana Espejón, han abandonado su práctica.
Fuente original: www.burgosconecta.es