Una lucha en memoria de Mario

Los padres de Mario Gallego, el niño que padeció un paro cardiaco jugando al fútbol y murió cuatro meses después, luchan para que haya desfibriladores en todos los campos y centros deportivos, también de Pinares.

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El pasado 27 de octubre, Mario Gallego, un niño de tan solo nueve años descendiente de la localidad de Quintanar de la Sierra, de donde son sus abuelos Isidoro Pascual y Vitoria Baquijano, padeció un paro cardiaco en el entrenamiento previo a un partido en Azuqueca de Henares (Guadalajara) donde vivía con sus padres Lucia Pascual y Javier Gallego y su hermana Luna.

En el campo no había ningún tipo de asistencia médica y nadie supo qué hacer, ni el coordinador, ni el entrenador, ni las personas allí presentes. Hasta la llegada de una ambulancia pasaron minutos valiosísimos lo que le provocó daños cerebrales irreversibles. Fue llevado al hospital y allí demostró su lucha por vivir a pesar del gran sufrimiento. Mario Gallego murió cuatro meses después, el 22 de febrero.

Lo más crudo es que Mario Gallego hubiera tenido muchas probabilidades de sobrevivir si en el campo de fútbol hubiese existido un desfibrilador, un aparato electrónico portátil que diagnostica y trata la parada cardiorrespiratoria cuando es debida a la fibrilación ventricular (en que el corazón tiene actividad eléctrica pero sin efectividad mecánica) o a una taquicardia ventricular sin pulso (en que hay actividad eléctrica y en este caso el bombeo sanguíneo es ineficaz), restableciendo un ritmo cardíaco efectivo eléctrica y mecánicamente.

Ahora, sus padres luchan por conseguir una ley que obligue a disponer de un desfibrilador en todos los centros deportivos, colegios, institutos y demás lugares de riesgo, por supuesto también en esta comarca pinariega donde estos aparatos salva vidas brillan por su ausencia.

Mario Gallego era un apasionado del deporte y fanático del Atlético de Madrid. La mala suerte y la falta de medios en ese campo acabaron con su vida. El objetivo ahora es que nunca más vuelva a suceder algo parecido y por ello los padres se han puesto en contacto durante todo este tiempo con numerosos medios de comunicación, entre ellos La Voz de Pinares, para conseguir que la “partida de Mario tenga un sentido”, tal y como Javier Gallego, su padre, narra en la carta que ha escrito para luchar por este objetivo. “A ti Mario que siempre me retabas con un ‘a que no te atreves’ aquí me pongo a contar motivos de un sentimiento. Qué manera de vivir, siempre a tope con tus risas alegrando y preocupándote por los demás, qué manera de sentir el buen corazón que tenías, siempre decías que había que ser bueno por dentro, qué manera de sufrir, demostrando a todos tu lucha y a tus padres y hermana el orgullo de persona y de hijo que fuiste. Tú, que los domingos por la noche cuando te ibas a la cama sin saber cómo había terminado el partido de tu Atléti, el lunes en el desayuno me preguntabas ‘¿papá cómo hemos quedado?’. Los días que ganaba ibas al colegio a dos palmos del suelo y a presumir, pero cuando perdía el desayuno era todo mucha rabia ‘… pues me cambio de equipo, nunca ganan…’. Me acuerdo que un día me contó que era el único del Atléti de su clase, yo le decía que uno no era de un equipo por un rato si no por muchas más cosas, en este caso un abuelo que lo era”, describe el padre de Mario. “El 27 de octubre me preguntó si podría ir a verle al partido. Me dio tiempo y le pude llevar… y comienza la pesadilla. No llevaban ni cinco minutos de calentamiento y se desplomó. Pensé que estaba haciendo alguna broma para no correr, pero al instante vi que no. Era como algo ilógico, todos nos mirábamos con cara de que algo pasaba. Unos padres llamaban al 112, otros padres consolándome, otros sacando a Mario en brazos hacia el exterior parea que le asistiera la ambulancia. Fue el día que Mario llevaba su camiseta del Atléti y que los médicos, para su asistencia, no dudaron en rajarla. ¡Si Mario lo hubiera visto! También fue reconfortante cuando pasaron por el hospital, donde hemos pasado cuatro meses de lucha, los jugadores del Atléti… Estoy seguro que tus cuatros meses de dolor y tu partida deben de tener un fin. Haremos que otros niños que aman el fútbol o cualquier otro deporte no pasen por lo que has sufrido y tengan opción a una reanimación más inmediata. Tienen que saber que cada segundo que demoren, la reanimación provoca daños irreversibles en el cerebro. Haremos que tu partida tenga un sentido”.

Y ese sentido debe de existir. En Pinares se juegan cada fin de semana numerosos encuentros deportivos de toda clase, desde juegos escolares con niños muy pequeños hasta partidos de la liga de fútbol, baloncesto, frontenis… con deportistas de años. Lo cierto es que los campos de fútbol y los polideportivos de la zona no cuentan con desfibriladores. Solo un pueblo lo tiene porque lo adquirió en el mes de noviembre: Covaleda.

Un desfibrilador es un aparato muy fácil de usar (no se tiene que ser médico, ni especialista para utilizarlo). Con un pequeño cursillo todo el mundo sabría cómo salvar una vida. Su coste oscila entre 600 y 1.400 euros, un dinero irrisorio por el cual nadie debiera morir. Las instituciones son las primeras que tendrían que concienciarse con el problema de la muerte súbita poniendo en todos los pueblos al menos un aparato de estas características. Gastan mucho dinero en otras cosas no tan importantes ni tan vitales.

Algunos municipios han solicitado a Diputación de Soria un desfibrilador para la próxima temporada. Es el caso de la localidad de Abejar. “Es algo que no puede faltar en los campos deportivos y a Abejar llegará uno para la próxima liga. Es una subvención de Diputación a la cual el Ayuntamiento debe aportar un 25% aproximadamente del coste”, explica Javier Romero, alcalde de la localidad comprometido con la causa.

En Diputación de Burgos no hay subvenciones específicas para la adquisición de estos aparatos.

Otra de la localidad que pretende solicitar un desfibrilador es Duruelo. El entrenador del CD Castroviejo, Carlos Hervás, cree “que es muy importante contar con un aparato de estas características, por eso lo pediremos a la Fundación Caja Rural lo antes posible”.

San Leonardo se suma a la protección de sus deportistas. “Estamos estudiando adquirir un desfibrilador puesto que estamos muy concienciados con este problema”, explica Jesús Elvira, alcalde de la localidad, “excepto en los partidos de fútbol de los mayores a los que acude una ambulancia, en el resto no hay asistencia sanitaria”.

Quitando estos pueblos, uno con desfibrilador y tres con intenciones de tenerlo, no hay más localidades en la comarca que cuenten con este salva vidas a no ser que se solicite una ambulancia en cada partido que se dispute en la zona, algo técnicamente imposible. Por supuesto en todos los centros médicos de la zona existen aparatos de estas características totalmente preparados.

Luchemos todos con la causa de los padres de Mario Gallego y insistamos en la puesta de desfibriladores en los centros deportivos de nuestra comarca. Lo que le ocurrió a Mario puede pasarle a cualquiera.

Covaleda, pionera en Pinares en la adquisición de un desfibrilador

El Ayuntamiento de la localidad de Covaleda es uno de los más concienciados con este problema de todos los pueblos de la comarca. Solicitó, a principios del mes de noviembre, a la Fundación Científica de Caja Rural un desfibrilador para, en caso de que se produjeran dichos sucesos, intervenir con la máxima rapidez y evitar lesiones. La Caixa les ayudó a comprarlo con la donación de unos 900 euros y el resto lo pagó el propio Ayuntamiento. La Fundación Científica de Caja Rural les regaló los cursillos para siete personas para que aprendieran su fácil utilización.

La idea de solicitar el desfibrilador surgió principalmente de un padre concienciado con la causa y preocupado por la cantidad de casos de muerte súbita que venían dándose en el mundo del deporte.

Este padre, Julio Escribano, fue el que movió Roma con Santiago para que Covaleda fuera un pueblo cardioprotegido. Con el apoyo incondicional de José Antonio de Miguel, el alcalde, lograron su objetivo.

“Yo no le puedo decir a mi hijo que no juegue al fútbol, que no haga deporte por si le pasase algo. Él tiene que disfrutar pero deben existir los medios para protegerlos en todo lo posible”, explica Julio, “el 90 por ciento de los casos de muerte súbita, si se atienden en los primeros diez minutos, se salvan. Por eso es muy importante tener un desfibrilador en cada partido como hacemos en Covaleda. Si juegan los benjamines en el polideportivo estoy yo con el aparato, si juegan los cadetes está preparado el entrenador de los cadetes, y si juegan en el campo de fútbol los mayores está el entrenador. Todos nos hemos preparado para usarlo”, añade, “no es un dinero tan grande lo que cuesta un desfibrilador como para que un chaval muera, y por eso los Ayuntamientos y las Instituciones deben ser los primeros que se preocupen por que no falte este servicio médico. Y si no hacen nada seamos nosotros los ciudadanos los que les demos ejemplo”.

Covaleda, por suerte, no ha tenido hasta el momento que usar en ninguna ocasión el desfibrilador. Esperemos que nunca haga falta.

 

fuente: LVP