Tres pacientes trasplantados intercambiaron sus experiencias en una mesa redonda
Cristina Munguía Mediavilla
Trasplantada de riñón
¿Cómo es la vida después de un trasplante?
Se intenta llevar una vida normal, dentro de lo que cabe.
¿Y antes?
Mi vida era una vida con régimen y con médicos. Una vida muy dependiente.
¿Cómo se vive la espera?
La espera fue rápida. Después de 15 años enferma, la cosa empeoró. Vino todo de golpe, ya que mi riñón no podía más. Así que apenas tuve tiempo para plantear y asimilar todo lo que me estaba sucediendo y por lo tanto decidir sobre la diálisis. Además, mi madre fue la persona que me donó su órgano, por lo que he sufrido un trasplante de vivo. Gracias a dios mis padres tenían las cosas muy claras respecto a cómo actuar y qué hacer. Y es que por aquél entonces, hace 7 años, eso no se veía.
¿Cómo se supera el momento crítico desde el punto de vista psicológico?
La verdad es que no me dio tiempo a pensar en nada, y al llevar desde los 8 años malita… Luego ya empiezas a mejorar y algo cambia.
¿Físicamente, se siente el rechazo?
A los dos meses sufrí un rechazo agudo. Me encontraba muy cansada, con fiebre muy alta y tenía dolores en la tripa. Pero quince días después ya empecé a recuperarme.
Un trasplante es sinónimo de medicación diaria, ¿Se convierte en una rutina?
Al llevarlo desde los 8 años no me pillo de nuevas, estaba acostumbrada.
¿Cómo ve la solidaridad del donante?
Lo veo muy importante porque no se sabe cuando se va a necesitar. Hay muchos órganos que se necesitan: corazón, hígado, riñones, etc. Yo siempre he sido una persona muy solidaria y quiero que la gente también lo sea. La sociedad, en general, no está concienciada. Aún existen muchos tabúes, quizá sea por falta de información o por falta de interés. Aunque creo que el mayor problema es la existencia de tantos prejuicios.
Martín Barbero García
Trasplantado de riñón
¿Cómo es la vida después de un trasplante?
Un trasplante te cambia la vida de forma radical. He sufrido dos trasplantes. Es estupendo el no tener que depender da una máquina y poder prescindir de la diálisis y hacer una vida autónoma. En definitiva, es un regalo de vida que permite tener una vida de mayor calidad.
¿Y antes?
Era una persona muy dependiente. Además tenía que hacer viajes largos para acudir a las sesiones de hemodiálisis. Yo vivía en Miranda de Ebro y me trasladaba a Bilbao para seguir el tratamiento. Eran desplazamientos que se me hacían eternos y tediosos. Además de consistir en un tratamiento esclavizante que te va agotando la fortaleza física y psíquica.
¿Cómo se vive la espera?
La mía fue una espera larga, de siete años hasta que tuve el primer trasplante. Cuando sabes que tienes un órgano sientes una gran alegría.
¿Cómo se supera el momento crítico desde el punto de vista psicológico?
Uno va al quirófano con esperanza. Sabes que se va a solucionar un problema grande. Así que no te lo piensas y vas de alguna manera de cabeza.
¿Físicamente, se siente el rechazo?
No he tenido ningún síntoma de rechazo en los nueve años que llevo con el nuevo órgano. Lo acepte muy bien desde el primer momento. Además, esto me ha proporcionado plena estabilidad tanto a nivel psicológico como físico.
Un trasplante es sinónimo de medicación diaria, ¿Se convierte en una rutina?
Se convierte en un hábito y no podemos olvidarla ni un día. Aunque hay que convivir con los efectos secundarios que esta medicación te produce.
¿Cómo ve la solidaridad del donante?
En general, la concienciación de la gente es alta y las personas en Burgos son muy generosas. Además, en España estamos viviendo una situación muy favorable.
Cinta Aller Krähe
Trasplantada de corazón
¿Cómo es la vida después de un trasplante?
En estos momentos me encuentro muy bien, aunque sufrí un paro cardiaco, por lo que mi experiencia en el pasado fue muy mala.
¿Y antes?
Antes llevaba una vida muy limitada. Iba del colegio a casa y de casa al colegio, por lo que no podía hacer lo que hacía todo el mundo. No pude llevar una vida normal. Aunque, aproveche para leer mucho ya que pasaba mucho tiempo tumbada en la cama. N podía hacer todo lo que hacia todo el mundo.
¿Cómo se vive la espera?
Hasta los 16 años muy bien porque era lo que había vivido siempre, así que te daba igual. Luego la espera en Madrid fue un rollazo inaguantable.
¿Cómo se supera el momento crítico desde el punto de vista psicológico?
Pues mal porque como no llevaba una vida normal.
¿Físicamente, se siente el rechazo?
Sentí rechazo muchas veces, pero te ponen un tratamiento y se acaba pasando.
Un trasplante es sinónimo de medicación diaria, ¿Se convierte en una rutina?
Es una rutina más, igual que te lavas los dientes o tienes otras costumbres. Aunque, al ser una persona muy despistada tengo que mirar en la basura para saber si me he tomado toda la medicación porque a veces se me olvida. Además que si no la tomas te encuentras muy mal.
¿Como ve la solidaridad del donante?
Creo que la gente no está muy concienciada, a no ser que te toque de primera o segunda mano. En la universidad comenté mi caso con la gente y una que se suponía que era mi amiga me dijo: «o séa, que si te mueres y resucitas ya no eres tu porque no tienes tu corazón». Y así, hay muchas personas. La gente te mira como si fueras un bicho raro al saber que estás trasplantada, aunque luego se acaban acostumbrando.
Fuente: DiarioDeBurgos
Un saludo Para Cris, Nacho y el Peque!