Menos temporeros por una vendimia más corta y escalonada

Los viñedos en el territorio de la Ribera del Duero viven estos días una calma chicha, esperando unas lluvias que favorecerían mucho la próxima cosecha y recibiendo a diario la visita de los enólogos, pendientes de que se equilibren los valores para tocar a retreta y que se ponga en marcha toda la maquinaria de vendimia. Poniendo sobre la mesa todos los parámetros (maduración actual, estimación de peso y fecha de comienzo de los trabajos), los encargados de contratar personal para la recogida calculan que este año la cifra será más corta. «Si llueve, todo puede cambiar de un día para otro, pero ahora mismo, con dos tercios de los temporeros que tuve el año pasado me valdría, porque cuando acaben con una parcela ya estará en su punto otra y se irán para allá, no creo que vaya a necesitar tener varias cuadrillas a la vez», apunta el gerente de una empresa de servicios mientras apura sus últimos días de vacaciones. 

A pie de viña, la sensación es similar, considerando que las ofertas de trabajo para estas labores de recogida no serán masivas como en otras campañas anteriores. «Todo depende de cómo lo haga la gente, yo contrato a mis cuadrillas, sin intermediarios, les doy de alta en la Seguridad Social, y ya quedaron atrás los malos usos de trabajos en negro y precarios, la gente que viene ya lo hace con su contrato y, este año, con los de confianza va a haber más que de sobra», considera un viticultor que gestiona parcelas en diversos puntos de la comarca.

Igual que hacer ahora estimaciones de lo que será la añada de 2022 es como hacer una tirada de dados, los dueños de las viñas y bodegas no se atreven a calcular cuánta mano de obra será necesaria para las próximas semanas. Se mueven en una horquilla de entre 800 y 1.000 contrataciones en esta campaña, muy lejos de los dos millares de contratos que se pudieron formalizar hace dos campañas.

En la capital ribereña hay una decena de empresas de servicios que se dedican a gestionar personal temporal para los trabajos de vendimia y ya casi es anecdótico ver a grupos de personas a primera hora de la mañana reunidas en distintos puntos de la ciudad para intentar que les contraten, aunque sea sólo por esa jornada. «Entre la pandemia y las nuevas leyes, ya nadie se arriesga a coger a gente que no sea de confianza o con todo en regla, las bodegas ya no sólo buscamos la calidad en el producto final sino también en el plano laboral, porque cuanto mejor sean las condiciones mejor será la labor en el campo», valora un joven bodeguero que, asegura, «los malos usos en el campo son de tiempos pasados y olvidados».

A modo de refrendo de esta visión, un viticultor de Milagros hace una prueba con el móvil en la mano. «Hace diez años, buscabas vendimiadores en Google y salían ofertas a patadas; ahora son anecdóticas y se ven más anuncios para buscar operarios de bodega, que se necesitan refuerzos para estos dos meses, por lo menos». 

Fechas y cantidades. En una denominación de origen tan irregular como la Ribera del Duero, las estimaciones de inicio de los trabajos de recogida de uva varían en función de la ubicación de los viñedos incluso en semanas. «Hay zonas altas que ya tienen 12 grados, mientras en las vegas van más retrasadas por lo general, hasta tres grados menos algunas parcelas, pero todavía tienen que equilibrarse los parámetros para poder recogerlas», plantea un viticultor de Gumiel de Mercado por lo que viene comentando en las últimas jornadas con compañeros de fatigas, generalizando el estado de la variedad tempranillo, porque otras minoritarias en la Ribera del Duero están más adelantadas.

Ante la pregunta de cuándo se podría empezar a vendimiar, la respuesta media es antes que el año pasado. Algunos viticultores apuntan que a mediados de septiembre ya se podría estar recogiendo uva, es decir, medio mes antes que en 2021. Todo depende de si la climatología regala algo de lluvia en estas fechas. Unas precipitaciones que ayudarían no sólo a mejorar el estado de maduración y equilibrio de las uvas, sino a paliar los efectos de la sequía de los últimos meses. De no caer nada, la cosecha podría ser un 10% inferior a la del año pasado, quedándose en torno a los 90 o 100 millones de kilos de uva, en el pronóstico más optimista.



Fuente original: www.diariodeburgos.es